Caminos del Mayab
Por Martín G. Iglesias
En su primera sesión extraordinaria del segundo receso
del tercer año de ejercicio legislativo, los diputados integrantes de la XV
Legislatura aprobaron prohibir en Quintana Roo el maltrato animal, donde se
especifica que no se podrán realizar espectáculos con vaquillas, becerros o
toros, además de las peleas de gallos.
Pero la recién reformada Ley de Protección Animal para el
Estado de Quintana Roo, trae conflictos con los de los cientos de pueblos de la
zona maya (Felipe Carrillo Puerto, Lázaro Cárdenas, José María Morelos y Tulum),
pues en sus festividades patronales uno de los tractivos es la corrida de
“toros”, para ello construyen una “plaza de toros” con materiales de la región
y se realiza el espectáculo. Sin llegar a matar al becerro o la vaquilla. Todo va
de la mano, porque los gremios son precisamente los encargados de organizar
estas festividades.
No es que esté en contra del maltrato animal, defiendo esa
postura, pero no estoy de acuerdo que de un plumazo, los 19 diputados que aprobaron
la ley no hayan tomado en cuenta los “usos y costumbres de la zona maya” en
cuanto al uso que le dan a los animales; me asombra más, que el diputado
originario de Tihosuco, en Carrillo Puerto, Luis Mis Balam, no haya tomado la
tribuna para defender una de las tradiciones con las que seguramente él creció.
Veo que ayer durante las cuatro horas que duró la sesión,
los diputados tenían prisa, no se detuvieron a analizar todas las aristas de un
tema tan sensible como es el maltrato animal. Un buen diputado se detiene a analizar
los efectos sociales, económicos, políticos, culturales y antropogénicos que puede
causar la creación o reforma de una ley o reglamento, un buen legislador considera
los usos y costumbres de casi 200 mil habitantes de la zona maya, máxime que según
los resultados de la Encuesta Intercensal 2015, Quintana Roo es el cuarto
estado con el mayor número de personas que se autorreconocen como integrantes
de los pueblos originarios, tan de moda en este sexenio.
Lamento que los diputados no hayan tomado en cuenta esa riqueza
cultural que tiene Quintana Roo debido a los pueblos originarios, quienes han
preservado las costumbres y tradiciones que hoy dotan de identidad al estado,
una de ellas ahora acotada por una ley que no consideró a estos pobladores. Los
19 legisladores no entienden la cosmovisión que permite acceder a un nuevo
conocimiento que forma parte de la historia quintanarroense, la celebración de
las festividades patronales en la zona maya. Otra vez los condenan a la
pobreza, marginación y exclusión al prohibirles las corridas que reactiva la
economía local cada año.
Los redactores de la ley no tomaron en cuenta a este
grupo poblacional, originario y dueños de estas tierras; no garantizaron el
ejercicio real de los derechos humanos de las comunidades indígenas. Sin que se
ofenda, las comunidades mayas siguen sin la cobertura de los servicios básicos
en las viviendas, el acceso a la justicia, la educación y la salud. Y ahora
acotan las costumbres en sus celebraciones patronales.
SASCAB
Los dichos se cumplen, “la vida es una rueda de la fortuna,
a veces estás arriba y a veces está abajo”. Pues bien, esto podría aplicarse al
Fiscal General del Estado, Óscar Montes de Oca Rosales, quien hoy está
nuevamente en la palestra por el caso de omisión de justicia cuando era subprocurador
de Justicia en el gobierno de la Ciudad de México con Miguel Ángel Mancera (2012-2018).
El caso de omisión tiene que ver con la muerte del hermano del hoy Fiscal
General de la República, Alejandro Gertz Manero.
Este testimonio, en el que se acusa directamente al hoy
fiscal quintanarroense de participar en un “carpetazo” por órdenes políticas,
situación equiparable a abuso de poder y corrupción, surgió el lunes pasado en
una investigación de “Animal Político”, pues el abogado acusador, quien actuaba
en representación legal del Fiscal General de la República, es hoy también el
abogado de Emilio Lozoya, prófugo de la justicia y perseguido por este mismo
fiscal.
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