Mucha razón tiene el politólogo ya fallecido (4/04/17),
Geovanni Sartori en su libro titulado “Homo Videns: La sociedad teledirigida”,
nos dice que nos encontramos en plena y rapidísima revolución multimedia, un
proceso que tiene numerosas ramificaciones.
Tanto, que la sociedad de las redes transita de lo
razonable a lo morboso, a lo banal y a lo antagónico; por ejemplo, que uno que
se precia de ser quintanarroense de cepa, salga a cuadro en las redes sociales
anunciando “las autodefensas” en el estado, cosa que está muy lejos de
acontecer, porque las condiciones no son, en ningún momento, las mismas que
vivieron otros estados de la República, como Guerrero en los 60-70 y en la
actualidad, Michoacán.
Pero el problema no es de quien cuelgue en su muro, tal o
cual cosa, todos somos libres de hacerlo; el problema es aquel que le da “like”,
que comparten con sus amigos o contactos, pero los más desequilibrados son
aquellos comunicadores que se atreven a hacer de esa cosa, una noticia; el
problema es que ese tipo de desequilibrio mental encuentre eco en personas
pensantes, en generadores de opinión, y en maquiladores de chatarra informativa
por tal de ganar más seguidores o tratar de vender unos cuantos periódicos más.
Con todo respeto aplico aquí el refrán popular que dice: No tiene la culpa el
indio, sino el que lo hace compadre.
Solo piense un momento. La situación que se vive en el
estado, específicamente en los municipios de la zona norte, no está como para
llamar a las armas, basta ya con el experimento que se hizo con el linchamiento
del ruso Aleksei Makeev, que terminó con una muerte y situaciones jurídicas que
todavía la Fiscalía está por resolver; ¿dónde se hizo la convocatoria?, en
redes sociales y encontró eco en una sociedad que está “radio-tele-redes-dirigida”.
¿Valió la pena vender unos ejemplares más; valió la pena tener unos cuántos
seguidores más?, ¿valió la pena dañar la imagen de Quintana Roo a nivel
internacional?, son preguntas que cada actor social debe responder.
Luego entonces, si bien es cierto que este contenido
informativo chatarra tiende a ser viral en redes sociales, tiene también
potencial como un elemento de distracción y hasta manipulación al basarse en
elementos emocionales (por ejemplo, la inseguridad), pues la intención es que
estos contenidos no se hagan virales por casualidad, sino a través de la
planeación y con la intención de llegar a un público objetivo. Algo muy
importante es que el contrapeso informativo a estos efectos chatarras no
debería venir de un control de los involucrados en el tema, porque el “cocinero
de la chatarra” acusaría falta de libertad de expresión, sino informar de la
manera más sana para que la audiencia reconozca la estrategia que está detrás
de estas campañas y contenidos.
El filósofo Aristóteles (384-322 A.C) estableció desde
entonces que los mensajes tienen tres componentes: el Ethos, el Pathos y el
Logos, lo que significa lo ética, lo emocionalmente atractivo y lo lógica. Cabe
preguntar a los creadores de información y a los consumidores, si lo que
compartimos por Twitter, Facebook u otra red, cumple al menos con estos tres
estándares, si no es así, somos creadores de información chatarra.
SASCAB
Se agota el tiempo para que la XV Legislatura al Congreso
del Estado de Quintana Roo homologue la Ley Anticorrupción con la federal, pues
será este próximo mes de julio cuando se cumpla el plazo de un año que se dio,
para promover a su vez las reformas legales que den vida a los sistemas
estatales anticorrupción, lo que permitiría, según el diseño constitucional,
que la lucha contra este fenómeno se realice en los tres niveles de gobierno
con esquemas similares que la doten de mayor eficacia nacional. Al tiempo…