Caminos del Mayab
Por Martín G. Iglesias
Con el deseo que este año que empezó sea de éxito en todos los sentidos para ustedes estimados lectores, también reinicio mi columna de opinión que se publica en este respetado medio.
Permítame hoy hablar sobre dos mujeres que, en medio de
situaciones difíciles, no solamente por los casos de la Pandemia por Covid-19,
lo difícil que es administrar la escases, sino el constante ataque mediático de
las y los adversarios políticos para detener su avance de manera natural que
tienen dentro de la administración pública.
Las mujeres a las que me refiero es a las presidentes
Mara Lezama Espinosa de Benito Juárez (Cancún) y Laura Fernández Piña de Puerto
Morelos. Ellas han aguantado estoicamente toda la materia fecal que se les
avienta desde diferentes trincheras contra su respectiva persona, pero lo más
vil y ruin, contra su familia.
Lamentablemente, en términos generales las mujeres son
víctimas de violencia política, hasta entre ellas mismas; pero especialmente
estas dos damas, Mara y Laura, en los dos años, tres meses y seis días que
llevan al frente del gobierno de sus respectivos municipios, han sido blanco de
ataques sistemáticos en su forma de gobernar, de la toma de decisiones, contra
su integridad física y contra lo más sagrado que es la familia.
Quiero llamar la atención con lo que dice “ONU Mujeres”
capítulo México: La violencia que enfrentan las mujeres en la esfera política puede
enmarcarse en todos estos tipos y modalidades de violencia: desde la violencia
institucional (al interior de sus propios partidos), pasando por la violencia
económica al desviar y limitar los recursos para su capacitación y campañas,
hasta el hostigamiento y el acoso sexual, o la violencia comunitaria, e incluso
el feminicidio, han sido experimentadas como violencias múltiples por numerosas
mujeres candidatas o legisladoras y autoridades en funciones, por el hecho de
ser mujeres.
Hoy más que nunca en Quintana Roo la incursión de las
mujeres en política es cada día mayor, Mara y Laura son un ejemplo de ello, pero
desafortunadamente a medida que aumenta la participación de las mujeres en la
política, aumenta también el riesgo de que sean víctimas de distintas formas de
violencia, pues su presencia desafía el status quo y obliga a la redistribución
del poder.
Inventar o forzar notas informativas para poder dañar la
imagen pública de la mujer gobernante, como lo hacen contra Mara y contra Laura
Fernández, debería ser considerado un delito, pues quien acusa está obligado a
demostrar dicha acusación, no con “fuentes dignas de crédito” o “en los pasillos
políticos”, entre otras frases usadas como recursos para justificar el golpe
mediático en las redes sociales o medios pagados para tal fin.
Aquí es necesario proteger la equidad en la forma de
gobierno de las mujeres, es fundamental que la violencia en medios de
comunicación sea tipificada en los ordenamientos jurídicos, con disposiciones
que garanticen la protección de las mujeres que incursionan en el ámbito
político y sancionen las acciones u omisiones que impidan o dificulten su
participación.
Corresponde pues a la actual legislatura local y a las
venideras garantizar a las mujeres una participación en política libre de violencia,
pues la gobernante no solo administra la hacienda pública, sino que también
cumple su papel de madre, esposa y jefa de hogar, en mayor o menor grado. Hasta
ahí…
SASCAB
Por cierto, hoy los portomorelenses están de manteles largos,
pues hace cinco años Puerto Morelos dejó de ser alcaldía de Benito Juárez para
pasar a ser el décimo Municipio de Quintana Roo. Enhorabuena y que este estatus
sirva para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
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